sintomática

julio 03, 2010

Crónica desprolija

Un clásico mío, llegar a los lugares y sin excepción hacer un juicio de valor mental que en general resulta ser “me equivoqué”. A veces, luego de bajar la ansiedad y aclimatarme e ir ablandando la resistencia a lo desconocido, me doy cuenta que ni siquiera son esos los términos que definen la experiencia.
Me encanta, de todos modos, viajar, viajar sola y medio sin plan o rumbo 100% definido.
Curitiba resultó una ciudad hermosa, con edificios históricos bellos, arbolada, simpática. Al menos lo que pude recorrer caminando. Donde parábamos por el evento, era un hotel de 4 estrellas pero en una zona tipo once. Lo que me lleva a pensar cuán globalizado está el mundo o cómo se parecen Argentina y Brasil. Era la avenida de los artículos de embalaje y herramientas.
Pero empecemos por el principio:
Salgo de aeroparque a las 7 am con lo cual me tuve que levantar 4.30, con lo cual no logré pegar un ojo desde que hice como que dormía a la 1.30hs. Todo esto para llegar a Curitiba a las 13.30hs con un trasbordo en Sao Paulo, o sea, una amansadora y con 16 personas casi desconocidas. Manejando ese delicado equilibrio entre no ser una agreta ni una pesada, no ladrar ni ser condescendiente y así.
Nunca estos viajes de trabajo son livianos ni dejan tiempo libre. Todo ese día se fue en idas y vueltas al lugar del evento, chequear que todo lo que se había acordado por mail coincidiera con la realidad y las comidas, siempre tan importantes en estos viajes con “contingentes” artísticos. Y desde el segundo vuelo, arrastrando un dolor de cabeza y de panza que me malhumoraban sobremanera ante la perspectiva de enfermarme y no poder venir a mi destino final, la tan cuestionada decisión del comienzo, Ilha do Mel.
Primero me sorprendió que el primer ómnibus al lugar donde tomar el barco, primo hermano de la lancha colectivo de Tigre, saliera recién a las 14.30hs. Eran las 10.45hs dejé mi bolso (otro error, ropa de más, formato para llevar en la mano, ni siquiera el hombro) y mi laptop (terror) en un locker en la rodoviaria y me fui a caminar por Curitiba.
Segundo, cuando finalmente tomé el ómnibus, que iba lleno, mi ansiedad jugaba al sube y baja. Era el lechero. Paraba en todas. Conseguí doblegar mi ansiedad leyendo hasta que de repente como si se tratara de una línea divisoria que el ómnibus atravesó, el clima cambió. El cielo que metros atrás estaba despejado por completo con un sol radiante pasó a ser blanco y estar suspendido muy cerca de nuestras cabezas, estaba dentro de una gran nube que me rodeaba y podía distinguir sus partículas. Tan denso era el conjunto de gotitas que en un abrir y cerrar de ojos dejaron de verse los morros al costado de la ruta. Todo esto sucedía mientras claramente el micro descendía, se sentía en los oídos, de un lugar al que nunca recuerdo subiéramos. Niebla o nube, fue disgregándose y el verde, brillante, con innumerables matices, empezó a aparecer. (La sierra cordobesa es más seca, más verde seco, diría). A medida que nos íbamos acercando a la costa iban apareciendo casas (?) que ofrecían coco verde gelado, iguales en realidad a las borracharias (que con tan simpático nombre no son más que gomerías), solo diferenciadas por sus respectivos carteles siempre escritos a mano, construcciones de madera con techo de zinc acanalado. (mientars escribo esto en la habitación de la posada, se nota que es viernes, mucho alboroto alrededor, voces, música, teles, muy diferente a ayer). Y las que ofrecen coco además tienen racimos de bananas colgando del alero. La tierra es roja, como en Misiones, a cuya latitud estamos.
Llegamos finalmente al punto de embarque. Me esperaba la lancha colectivo con destino a Brasilia, así se llama uno de los dos pequeñísimos puertos de Ilha do Mel. Luego de 40 minutos de navegación en los que tuve que soportar un dvd a todo volumen para que pudiera escucharse por encima del ruido del motor de la lancha llegué al trapiche (muelle) de Brasilia. Pero necesito detenerme en el dvd: un dúo de hermanos? novios? Primos? Amigos? Qué son? Son muy parecidos, normalizados por el botox o alguna cirugía, uno con el pelo más crespo que el otro, dos mamarrachos que cantan unas canciones melosas, valga la redundancia, tremendamente simples y repetitivas en sus letras y sus melodías, con una banda enorme, donde priman las guitarras acústicas y frente a una cantidad indecible de gente que grita, canta sus canciones de pe a pa y sostiene fotos del exasperante dúo en alto. Parte de esa multitud se encuentra dentro de una estructura con forma de corazón, como una muralla iluminada que los separa del resto, serán ganadores de algún concurso o habrán pagado más. Y de los dos monstruos, que sugieren algún movimiento sexy de cadera y tiran besos por doquier, uno, roba cámara a lo loco.
Ok, al llegar a la isla, a las seis y cuarto de la tarde era de NOCHE. Me bajé y empecé a caminar a tientas por un sendero arenoso hasta mi Pousadinha, rogando no pisar nada extraño o nada que pudiera enojarse y atacarme, puteándome por no haber traído la linterna que toda página web sobre la isla aconsejaba traer. En la isla no hay autos ni iluminación pública.
Llego. Lorena no está. Me habían instruido por mail que preguntara por ella, en cambio me atiende un hombre que dice que no le avisaron que iba y cuyo nombre nunca pude retener hasta que lo volví a escuchar y lo anoté: Venderley! lo juro! Me lleva a un cuarto un tanto precario y aquí llegamos al principio de esta crónica. Lo veo y realmente dudo. Hice bien? Sobre todo luego de venir del 4 estrellas. Y me dice: Jantar até as oito horas. QUË??? Cómo voy a cenar antes de las ocho?? Después qué hago hasta mi horario habitual de dormir? Empiezo a escribir esto y a tratar de bajar.
Voy a cenar a las siete y media. Soy la UNICA. Me sirve mi peixe con salada, feijoao y arroz y mi caipirinha y empiezo a pensar que no está nada mal. Es más la comida es riquísima y la bebida también. Llegan incautos, me preguntan si está abierto. Tiro, acho que sim. Dos jovenzuelos. Me parece escuchar francés. Aparece otro, clavado que es brasilero. Cada uno en lo suyo hasta que pido mi segunda Caipirinha y el dúo también, no puedo evitar decir: es un éxito! Y empieza la charla entre todos. Pasamos del mundial a Maradona, Cristina, las retenciones, los trabajos de cada uno, Lula, diversos destinos de vacaciones y lugares en el mundo, el euro, el real y el peso, Sarkozy, el cine francés, argentino y brasilero, bla bla, bla. Creo que Venderley se quería matar a medida que iba viendo que la charla se encendía. El dúo decide irse sin decir agua va y me apuro a hacer lo mismo para no quedarme charlando a solas con el brasilero. (se había generado cierta silenciosa alianza por el hecho de ser sudamericanos que rápidamente rompí cuando me dijo que no le gustaba Lula, que el país estaba mejor, pero que no le gustaba porque era del PT. Ah, dereita le dije. Refunfuñó y asintió).
Me fui a mi cuarto, eran once menos cuarto y me quedé dormida al instante.
No sé si dormí bien. Tuve calor me parece.
Me levanté a las 9 y desayuné. Papaya! Me encanta. Y un bolo de naranja riquísimo. La verdad es que cocinan muy bien en la Pousadinha.
Me fui a la Praia da Fora, cerca del faro. Re linda playita donde hice mi práctica de yoga. Mientras volvía para hacer un alto fisiológico en la posada antes de empezar mi travesía de 1 hora y media caminando hacia la fortaleza escuché los festejos del gol de Brasil. Para mi sorpresa no todos veían el partido en la isla.
Caminé, caminé, caminé. Qué lindo, qué sensación de placer da caminar por una playa hermosa, desierta. Muy cada tanto pasaba alguien caminando, alguien en bicicleta. Me bañé en el mar y todo. Se veían peces saltando fuera del agua. Llegué a la Fortaleza de Nossa Senhora dos Prazeres. Se puede creer? Los brasileros le ponen a un fuerte militar la palabra PLACERES en el nombre. A pesar de su función y su historia, la fortaleza es hermosa. Ubicada en un lugar estratégico y bello, hoy, es linda. Subí, saqué fotos, admiré el paisaje y el único militar que había (porque sigue siendo, se ve, una dependencia militar) con un chihuahua en brazos y unos lentes negros estilo George Michael, cosa que prejuiciosamente me hizo pensar que era puto, me contó que Brasil había quedado fuera de la copa. Cuando me estaba yendo me grita si había subido al morro. No sé por qué le hice caso. Mientras subía, mamita querida, qué escarpado, tuve miedo. Por la trilha, sola, escuchando esos típicos ruidos, una ramita que se rompe, el canto de un pájaro raro, ua ua ua, un ruido indescifrable. El miedo a pisar mal. Si me pasa algo acá, quién se entera? Son solo 500 metros, pensaba. Llego al mirador donde hay más cañones, esta vez más modernos, y una vista panorámica indescriptible. Para llegar a los cañones había una construcción de piedra, como pasillos, corredores, trincheras, diría que me daban escalofríos. Pensé en Lost. Pensé que había sido inspirada en esta isla. Me acordé del Black Rock que era como de la época del fuerte. De hecho en frente de la isla hay una islita que se llama de las palmeras, que es igual a la isla del afiche (?) de Lost.
No voy a relatar el resto de ese día que siguió entre praias y trilhas, ruidos raros e isleños hoscos porque, digamoslo de una vez, no encontré un habitatnte de la isla simpático o amable, sólo hacían lo mínimo indispensable para no ser directamente maleducados.
Lo jugoso sucedió hoy. Ya había hecho mi práctica de yoga en la praia de fora y pregunto en el bar más grande de esta parte de la isla si lo iban a ver. Lo ponen y viene uno, medio choborra, que no estaba en el bar y me dice en portugues que no puedo plasmar igual aquí, “ojalá que pierda argentina, no?! Le digo: “yo soy argentina” y me pide perdón. Me siento a ver el partido y empiezo a sufrir en el minuto 3, todavía sola en el bar, pero ya veo que los que lo atienden festejan, sobriamente. Me la morfo. Llega una pareja que estaba desde ayer en mi posada, insoportables (ella le habló a él toda la cena sin parar y a Venderley lo volvió loco) y ella empieza a festejar y a hablarle a la pantalla tipo: Otamendi, qué pasa? Pasa que están perdiendo!! Y así. La quería surtir. En el tercer gol, no aguanto más y a los del bar, que ya se habían desbocado y festejaban groso les pregunto por qué quieren que gane Alemania y me dicen que porque Maradona habló mal ayer de Brasil. Pensé, la puta madre, pero le dije, qué raro, por qué? No me explicó, me dijo que había hablado mucho y mal y yo, que ya estaba que explotaba, me fui sin terminar de ver el partido. Qué pena que me enteré que no era así cuando ya me había ido de la isla. El resto del viaje, quedará para otra oportunidad. Me voy a dormir.
posted by trixy, 11:50 p. m. |




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