sintomática

desbocada
desaforada
declarada
descentrada
desalmada
desarmada
desangrada
demorada
deseada
denodada
despejada
desterrada
desbordada
dedicada
delicada
desatada
descarada

Viernes. Queda menos de un tercio de día laboral. Elvis Costello y Burt Bacharach. Me voy a comprar un libro. Voy a ir al gimnasio. Raramente equilibrada. Qué mas puedo pedir.

"Era como tragar olas de silencio, mis labios se movían como debajo del agua, me ahogaba, era como si estuviera tragando silencio. (...) Estoy muriendo porque alguien ha creado silencio para mí. (...) Tengo que escribir mucho, que plasmar expresiones para que poco a poco se calle su silencio y entonces se borre su persona que no quiero amar, ni siquiera se trata de amor sino de fascinación imponderable y en consecuencia indecible (...). Alguien a quien amar desde mi lugar de reminiscencias, a quien ofrendarme, a quien sacrificarme como si con ello cumpliera una justa devolución o restableciera el equilibrio cósmico.(...)"

Alejandra Pizarnik.

Scarlett y Bill (epílogo)

Y sí, la lluvia persistente le dan unas ganas de cucharita irresistibles.
Y, a pesar de todo, está bien. No la atrapó la melancolía. Sí, teje conversaciones, reproches, venganzas, pero quedan en el plano mental y se aburren y se van.
Zed's dead, baby, y Bill también.
Scarlett juntó los pedacitos y los guardó en el compartimento de los recuerdos para cuando deje de llover adentro.
Y aprendió que la verdad es la verdad, no el relato de la misma.

el remolino me levantó del piso
mi analista me levantó en peso
mi vibrador me levantó el buche
salí airosa de la mini crisis que me autoimpuse
me voy deslizando
no es agua, es mas espeso
recupero mi nuevo peso específico
necesito un combate, descargar mi carga bélica
ver el cuadro general desde arriba
o visión periférica con infrarrojo
más silencio
ponerme la armadura
guardar el corazoncito Dorins en la cajita
y la psique a conseguir dinero
apaciguar mi cuerpo volcánico
casi flotar
esperar

Scarlett

Ella decidió que lo va a dejar pasar. No vale sus lágrimas. Ella cree que está bien sola, que es un bombón y que lo pasaba mejor cuando no estaba preocupada por él y sus complicaciones. Siempre habrá algún caballero a mano dispuesto a disfrutar, piensa. Se siente un poco boluda y como si todo fuera poco está triste.

Bill

Está confundido. No la quiere perder. No puede hacer nada para ganarla. Necesita centrarse en él. No puede sumarse complicaciones. Va con la verdad, que es lo único que tiene hoy. Se siente un poco boludo y como si todo fuera poco está triste.

Scarlett

Se sosegó. Se centró en ella, no sin esfuerzo. Cree que él está escurridizo. Ella no va a hacer nada al respecto. Le gusta que él venga con la verdad. Accedió a verlo el sábado como él le propuso.

Kill Bill ( o Scarlett y Bill IV)

Sí, Scarlett lo mataría, pero así y todo no quiere que quede como un pelotudo.( frente a quién?) Porque en ese caso, en qué se convierte ella? Me pregunta qué se hace cuando una se está enamorando de un pelotudo. No sé, Scarlett. Se retira a tiempo, se acepta, se niega; no sé. A Scarlett le da miedo comprobar que tener 44 años, una hija de 12, ser viudo no garantizan ningún aprendizaje respecto de las mujeres y las relaciones amorosas, mucho menos respecto de las ex que están vivitas y coleando.

Mi cuerpo me rige. Necesito ver tu cara cuando gozás. Sentir tus dedos y no los míos jugueteando por arriba de mi pubis. Que tu enorme boca me bese delicadamente, no imaginármela. La tranquilidad que me dan tus piernas entrelazadas con las mías. Escuchar de tus labios belleza, bonita, qué buena estas, no recordarlo mientras evoco nuestra imagen en el espejo. Sentir tu carne tibia, no la artificial frialdad de la silicona violeta. Y finalmente, escucharte acabar en persona, al lado de mi oído, no por teléfono desde un supermercado mientras me trato de acordar el nombre del periodista que me encontré y disimulando delante de mi amiga. Será posible esta semana?

Si yo digo, Franka me mira desde una foto de Corre, Lola, corre, motas de polvo, silencio, no, silencio no; diálogo interno, el Réquiem de Mozart. Mate, la boca anisosa, el cuerpo cansado casi placenteramente, imágenes de la película que acabo de ver se alternan con lo que veo, y sí, me gusta el cine italiano y el francés y también el americano, bah, me gusta ir al cine, la sensación única del sábado a la tarde sin apuros, un poquito de orden y limpieza doméstica, un poco de eje, qué bueno, ahora quiero un poco de la belleza exacta de Bach. Pero las suites para cello por Casals resulta que son bellas, pero tan terriblemente bellas que me dan ganas de llorar. Es como la exaltación de lo expresivo. Si digo todo esto, alcanzo a transmitir este instante? ( La felicidad consiste en no preguntarse qué es).

Raro que un jueves esté de mal humor. Todo empezó ayer a la noche, esperando un llamado que nuncá sonó, me quedé dormida semivestida o semidesnuda, como corresponde en estos casos con la luz prendida, el libro abierto, atravesada en la cama y con las ganas a flor de piel. Me desperté a las 3.30 am. Primer arrebato de mal humor. Tomé Coca ( light) me fumé un pucho, leí un rato y me volví a dormir, no sin antes planear venganzas que sabía se desvanecerían con la luz de la mañana. A las 8 menos diez me desperté para encarar la jornada y la siempre titánica tarea de arrancar a Rocío, primero de las sábanas, luego de casa, pasando antes por el habitual conflictivo momento del peinado en el que, al ponerle la nueva gomita con pompones que le compré ayer se rompió al primer intento. Me dió bronca incluso antes de ver su carita de desilusión. La voy a cambiar, dije y empecé a rebuscar en la basura el ticket, que premonitoriamente había tirado dentro de la bolsita en la que me habían entregado la gomita, mientras Rocío decía que asco. Ya casi listas para acometer la partida le pregunto si quiere un danonino bebible además de las consuetudinarias galletitas y se lo guardo en la mochila. Mientras vamos hacia el jardín veo un danonino en el bolsillo exterior de la mochi y le pregunto si no se tomó el que le puse el martes en ese bolsillo y comienza un malentendido que termina conmigo tirando el danonino ( es verdad que al agarrarlo me pareció que estaba frío y dudé por un instante) para darme cuenta luego de revisar toda la mochila en busca del que había puesto hoy, que acababa de tirarlo, ante los ojos atónitos de Rocío que decía "te dije". Más mal humor. Obviamente, luego perdí el tren, a pesar de haber tomado el colectivo que me deja en la estación en hora. Ya para esta hora son mas los contratiempos que se me han presentado, pero que ni quiero relatar. Y hoy es uno de esos días largos. Me voy a cambiar la gomita.