sintomática

mayo 10, 2005

La Sra. Dalloway

Se que parezco desequilibrada. Pero soy así. Estas cosas me pasan por la cabeza. Iba el sábado por el barrio. Caminando, bastante contenta. Ya me había armado el itinerario. Había decidido pasar por la librería y comprarme el de Clarice Lispector. No iba a deleitarme una hora dilucidando cuál de los libros que me ofreciera el amable librero era el apropiado. Luego me iría a visitar a una amiga y luego a encontrarme con otra para ir a cenar. Mientras me dirigía hacia la librería disfrutaba del trayecto. Era un sábado especial. Fresco y soleado, había algo en el aire. Me crucé con tres niñas de 10, 8 y 6 que caminaban determinadas, apuradas y serias, como llevando a cabo una misión importantísima ( seguramente lo era). Algo efervescía en el ambiente. La plaza y los bares enfrente de ella estaban colmados de gente aparentemente bien predispuesta. ( me causó espanto escuchar a esa señora referirse a sus dos cocker como sus dos nenas). Entro a la librería y les digo ( son dos los libreros, el que me atiende se llama Nicolás) que efectivamente ya sabía qué libro quería esta vez: Revelación de un mundo. No termino de pronunciar el título y veo que les causa verdadera gracia. No lo tenían. Se habían devuelto algunos ejemplares. A mi me causaba sorpresa, contrariedad, ansiedad entre otras cosas. Yo tenía justificada mi decisión, no había sido azarosa y me había llevado un largo rato tomarla ( no quería parecer inconsistente, dubitativa y mucho menos reiterativa y Clarice, había resuelto yo, era justo lo que me serviría leer dado que era mujer, eran textos cortos, etc). Tengo que sacar alguna enseñanza de esto, dije sin poder mantener mi boca cerrada. El valor de la contingencia arrojó el que no es Nicolás. Y me instó a sacar la listita que me había visto hacer la vez anterior. Justo cuando me estaba debatiendo internamente entre los títulos anotados en mi libretita, aparece el otro y me dice, leíste éste? No pude dudar al ver que era La Sra. Dalloway. Hoy es un lindo día para leerlo, agregó. Qué hijo de puta, cómo hace, pensé. Y me fui al bar de enfrente de la plaza a leerlo, sintiendo en el cuerpo la felicidad de haberme rendido al cambio en el curso de las cosas.
posted by trixy, 1:54 a. m. |

mayo 05, 2005

Super

Y me vengo haciendo listitas de lo que quería escribir y para qué si después las pierdo en mi caos de listitas y papeltos, libretas, volantes, cuentas pagas y demás conjunto de cosas que llevo en la cartera, entre las cuales cabe destacar dos tuppers vacíos ( que después en aras de optimizar el espacio llené de las cosas antes enumeradas) y las galletitas para el desayuno de Rocío mañana. Todo esto muy lejos del camino del samurai. Pero como te digo una cosa te digo la otra. Vengo bien. Vengo bien. Estoy íntegra y tan tranquila que me entregué a la no prevista tarea de salir hacia el supermercado en busca de comida y algún par de artículos más que figuraban en la listita esta vez de la heladera, un poco impulsada por las ganas de Rocío de ir en triciclo y otro poco por la frustrante negativa de mi pizzería (no tan amiga) a enviarme cambio de 100 pesos luego de las 8 de la noche. Eran las 8 y 9. Okay, vamos al super. Qué me importa, fluyo. Se hace tarde? Para qué? Para el rutinario ritual de horarios que yo misma me impuse? Fluyo. Puedo cambiar y relajarme. Salimos. La noche estaba hermosa y nosotras también. Llegamos a destino. Supermercado chino que se llama Amor con 1 seguridad de una nacionalidad que me resulta confusa sobretodo debido a que no habla bien el español, podría ser rumano. (Cuál el era el idioma raro que también tenía raíz latina?) O proveniente de los balcanes. Iba buscando los productos, molestándome con Rocío porque desaparecía entre las pocas góndolas con toda la velocidad que su triciclo le permitía quedando fuera de mi vista y mientras estábamos en la verdulería y con 3 ó 4 cosas mas por comprar ella dice que quiere hacer caca, que no aguanta. Noooo. Salir corriendo no tiene sentido, qué voy a hacer, si me voy ahora ya no vuelvo, para cuando llegue ya se va a haber hecho encima, o se le pasa a la media cuadra. Aguantá. La relajada salida fuera de lo previsto se transformó en apuro, ansiedad, culpa, mal humor. Aguantó y pasó. La vuelta podía volver a ser disfrutable. Y allá se lanzó ella, como siempre, por la cuadra en bajada, a todo lo que dá, sacando los pies de los pedales, gritando a voz en cuello y atemorizando al viejito que trataba de pegarse lo mas posible a la pared. Se me sale la risa cuando hace eso.
Tarea cumplida. Percance esquivado. Creo que puedo dormir en paz.
posted by trixy, 12:08 a. m. |




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